Había creído que, tras cinco años, tal vez había cambiado la forma en que nos veía, como familia.
Pero estaba tan equivocada…
Volvió solo porque Sara había mencionado que quería regresar a la manada.
Entonces se apresuró a mover todo para facilitarle su regreso. Incluso consiguió que Marcos ingresara al programa élite de entrenamiento para lobeznos.
Bajé la mirada hacia las heridas de Alejandro, mis manos temblaban mientras comenzaba a curarlo.
Sus quemaduras sanarían, pero las cicatrices en su corazón esas tardarían mucho más.
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Capítulo 1
+25 BONUS
-Papá… -susurró Alejandro entre quejidos, mientras le aplicaba el ungüento-. ¿Papá por qué no me quiere?
Me mordí el labio con tanta fuerza que sentí el sabor de mi sangre.
El día que fuimos a recibir a Teo en la frontera de la manada, Alejandro se había pasado un mes entero aprendiendo a hornear. Se puso su ropa de entrenamiento más presentable y me preguntó con nerviosismo:
-Mamá, ¿crees que a papá le guste el pastel que hice?
Yo le sonreí.
-Claro, eres su único hijo. Le encantará.
Pero al llegar, lo vimos de la mano con Sara, y a Marcos en brazos.
Alejandro y yo nos quedamos paralizados.
Marcos corrió hacia nosotros y le tiró la caja del pastel de las manos a Alejandro. El pastel que tanto se había esforzado por preparar se deshizo contra el suelo.
Teo apenas nos miró.
-Lo siento, no me gustan los dulces. Ustedes regresen. Tengo que ayudar a Sara y a Marcos a instalarse.
Ni una sola mirada le dio a Alejandro. Pero su rostro estaba lleno de ternura mientras miraba a Marcos.
Cerré los ojos ante los restos del pastel desparramado en la tierra.
-Lo siento, Alejandro. Es culpa mía. La próxima vez que estés en peligro, llámame a mí. Siempre iré por ti.
Después de llevarlo con la terapeuta de la manada, por fin logré que se durmiera.
Pero hasta dormido, su ceño seguía fruncido.
-Papá… sálvame… -susurró entre sueños.
Sentí como si alguien me desgarrara el corazón con las manos.
Si no fuera por lo que ocurrió hace cinco años, tal vez hoy Alejandro no estaría sufriendo así.
Capitulo 2