-Pobre Alejandro, su temperatura estaba por las nubes. Sus huesos estaban empezando a cambiar…
Al oírla, se quedó helado. Teo se giró en seco y le tomó el brazo a una de ellas con fuerza.
-¿Qué dijiste de Alejandro?
Las sanadoras se miraron, incómodas. La joven tragó saliva al ver cómo sus dedos se clavaban en su brazo.
-Ah… Beta Teo… Probablemente no lo sepa, estaba ocupado con Marcos. Pero hace dos días, mientras todos los sanadores estaban reunidos aquí, hubo otro caso de transformación prematura en el ala este.
-Fue Alejandro titubeó al ver el rostro de Teo-. El otro lobito. Su fiebre llegó a cuarenta y un grados. Sin la poción, sus órganos habrían empezado a fallar. Su madre llamó a todos pidiendo ayuda. Por suerte, la Alfa Ana la ayudó. Cruzó tres territorios en menos de una hora con la reserva de emergencia de su manada.
La mano de Teo se soltó, como si ya no tuviera fuerza. Su rostro se descompuso.
-¿Estás segura de que era Alejandro?
Sí, señor. Era un lobito pequeño, cabello dorado, ojos verdes… -dejó de hablar al ver su reacción. ¿Lo… conoce?
La otra sanadora intervino con entusiasmo.
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Capitulo 7
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-¡Pero todos están hablando de lo maravilloso que ha sido usted con Marcos! ¡Hablan de cómo reunió a los sanádores, cómo no se movió de su lado!
-La radio hizo un especial esta mañana sobre su familia perfecta con Sara y Marcos…
Teo cayó sobre una silla cercana, como si las piernas no le respondieran.
-Alejandro es mi hijo. Mi hijo de sangre.
Las sanadoras se miraron, sin saber qué decir.
-¿Pero… señor?-dijo la más joven, riéndose con nerviosismo-. Eso no puede ser. Todos saben que Marcos es
su heredero. Sara acaba de dar una entrevista sobre su hermosa familia…
-Dijo que usted es la pareja más devota, que siempre pone a Marcos por encima de todo…
-La radio de la manada sigue repitiendo los clips de su guía perfecta durante la transformación de Marcos…
Teo alzó la cabeza de golpe. Sus ojos destellaban con una furia dorada.
-¿Quién dijo eso?
La sanadora mayor señaló hacia la habitación de Sara.
-Su pareja, Sara. Ella ha compartido historias preciosas sobre el vínculo que los une…
Su voz se apagó al ver el rostro endurecido de Teo.
-Aunque… ahora que lo dice… si Alejandro es su hijo, ¿por qué estaba solo cuando…?–pero se detuvo a mitad de la frase. Ya era demasiado tarde.
Cada palabra golpeaba a Teo como un mazazo. El vínculo con su pareja, ya débil, emitió un último latido punzanté antes de apagarse por completo.
Se levantó tambaleándose y fue directo a la habitación de Marcos. Abrió la puerta de un golpe, haciendo que las paredes vibraran.
Sara se removió en la cama, abriendo los ojos con una lentitud calculada.
-¿Teo? ¿Qué haces ahí parado en la oscuridad?
El rostro de Teo era una máscara de rabia. Sus ojos dorados brillaban peligrosamente.
-¿Les dijiste a los sanadores y a los periodistas que eres mi pareja y que Marcos es mi único hijo?
Su voz bajó hasta volverse un gruñido.
-Y la transformación de Marcos… ¿cómo fue que todos los reporteros estaban justo aquí en el momento exacto?
La culpa cruzó fugazmente el rostro de Sara, pero la reemplazó enseguida con su máscara impecable. Llevaba años en política de manada. Sabía cómo jugar sus cartas.
-¿Eso? Debe haber sido un malentendido… Cuando Marcos gritaba “¡Papá!” del dolor, los reporteros ya estaban cubriendo otro tema y… bueno, malinterpretaron rodo.
Su tono de voz era suave. Casi dulce. Se incorporó con aire preocupado y extendió la mano para tocar el brazo de
Teo.
-Amor, ¿esto te molesta?
-Si te incomoda, salgo ya mismo a aclararlo. – le dijo con voz temblorosa, como si de verdad le doliera-. Les
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Capítulo 7
diré que fue un simple error.
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Y justo como había anticipado, la mano de Teo se alzó para detenerla. Su orgullo no le permitiría enfrentarse al ridículo público.
-No te molestes.
Sara sonrió apenas, casi imperceptiblemente, mientras se dejaba caer de nuevo sobre la cama.
Conocía la debilidad de Teo mejor que nadie, su obsesión con mantener una imagen perfecta de Beta ejemplar. Sabía que, una vez que creara esa historia, él jamás la desmentiría. El daño a su estatus sería demasiado grande. Por eso había organizado todo. Cada periodista había sido convocado horas antes de que comenzara la transformación de Marcos.
Sabía que si Teo reunía a todos los sanadores, si usaba la poción robada que le correspondía a Alejandro, el relato se escribiría solo.
El noble Beta que lo sacrifica todo por su hijo.
Ahora, en los tres territorios, todos la veían como la pareja legítima de Teo. A Marcos, como su heredero natural. La radio no paraba de alabar lo dinámica y perfecta que era su familia de tres.
¿Y esa Omega sanadora? Aunque tuviera los papeles legales del vínculo, ¿quién iba a creerle ahora?
Sara ya había pagado a varios lobos de bajo rango para que esparcieran rumores sobre cómo aquella Omega había usado feromonas para seducir al Beta.
Pronto, esa mujer y su cachorro débil no tendrían más opción que desaparecer.
Sara deslizó el dedo por la pantalla de su celular, sintiendo una cálida satisfacción al leer titular tras titular sobre cómo el Beta Teo había movido cielo y tierra para salvar a “su amado hijo” Marcos.
Su jugada había salido incluso mejor de lo que había esperado.
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