Dentro había un collar de plata con un colgante en forma de luna creciente. Lo reconocí de inmediato. Era el mismo juego de joyas que Sara había presumido hace unos meses. Se jactaba de que Teo le había comprado un anillo de cien mil dólares, y ese collar era parte del mismo set.
-No quiero tus regalos reciclados – le dije en voz baja.
-No es eso, yo solo pensé que…
Tomé la mano de Alejandro y pasé junto a él sin mirarlo, vestida con un vestido rojo oscuro que no me había atrevido a usar en cinco años. Teo siempre decía que los colores llamativos no me quedaban bien a mí como su pareja, ya que atraían demasiada atención. Desde entonces, solo usaba vestidos blancos.
Sus ojos se posaron en el vestido.
-Te ves… distinta. ¿Adónde vas? Te llevo.
Tenía la misma voz de siempre, ese tono sutil de control disfrazado de preocupación
-No hace falta. Aprendí a hacer muchas cosas mientras no estabas.
Como dirigir un centro de curación.
Como criar sola a un hijo.
Como entender que mi valor no depende de cómo me trata mi pareja.
-Además — añadí, mirándolo con calma-, conozco estos caminos mejor que tú ahora. Cinco años no pasan en
vano.
Nos dirigíamos a la oficina de registro de la manada. Hoy sería oficial, Alejandro y yo cortaríamos todo vínculo con este territorio.
1/2
Capítulo 5
+25 BONUS
Dos horas después, al salir con los documentos sellados, encontramos el auto de Teo esperándonos afuera.
Sus ojos se fijaron en los papeles que llevaba en la mano.
-¿Qué haces aquí?
Teo nos había seguido hasta la oficina de registros, observando cómo entraba con Alejandro y nos quedábamos allí por unas horas.
Había algo distinto en su expresión. Su lobo estaba inquieto, sintiendo que algo andaba mal.
-Solo actualizando unos documentos que estaban vencidos—le respondí con total naturalidad-. ¿No estás ocupado hoy? Me pareció escuchar que Sara necesita ayuda para inscribir a Marcos en el programa de élite.
Los ojos de Teo se entrecerraron, analizándome con atención. Su expresión se volvió más sombría con cada segundo.
Finalmente, soltó una risa amarga.
-Muy astuta, pequeña Omega. Esto es nuevo, alguien empujando a su pareja hacia otra loba. Bien. Si eso es lo que quieres, te daré exactamente lo que quieres.
Cerró la puerta del auto de un golpe tan fuerte que abolló el metal. Las llantas chirriaron mientras se alejaba, dejando tras de sí un olor a goma quemada.
No entendía por qué estaba tan enojado. Le estaba dando lo que quería, libertad para estar con Sara y Marcos.
Más tarde, su asistente me llamó.
-Señora, Teo despejó toda su agenda hoy para pasar tiempo con usted y con Alejandro. ¿Por qué lo alejó? Ahora está borracho con vino de acónito en casa de Sara, jugando con Marcos…
Esa asistente siempre había creído que Teo y yo éramos una pareja verdadera, y siempre intentaba ayudarnos a
reconciliarnos.
Pero yo solo solté una risa baja.
-Gracias, pero no hace falta.
Después de todo, solo nos quedaban tres días.
Tres días hasta que Alejandro y yo dejáramos esta manada para siempre.