Capítulo 7
Mientras tanto, Teo acababa de enterarse de que Marcos estaba estable tras su transformación prematura, y por fin se permitió relajarse.
Sara, agotada de tanto preocuparse, dormía profundamente a su lado.
Y sin embargo, algo en el pecho de Teo no le permitía relajarse. Sentía un hueco extraño, como si el vínculo de pareja ya no estuviera allí.
Instintivamente, agarró el teléfono. Llevaba dos días apagado, desde que se encerró para cuidar a Marcos. Esperaba encontrarlo lleno de llamadas perdidas mías, rogandole que volviera. Siempre era igual: yo esperaba, yo suplicaba, yo perdonaba.
Pero no había nada.
Confundido, abrió nuestro historial de mensajes. Mi último mensaje era de hace dos días.
Un único texto, desesperado:
-Contesta, por favor. Alejandro está iniciando una transformación prematura. Necesita la poción inhibidora.
Lo había ignorado. Pensó que era otra forma de llamar su atención. Ni siquiera se molestó en responderme.
Ahora, con ese hueco en el pecho creciendo más y más, Teo sintió por primera vez una punzada real de miedo.
Marcó mi número, pero el teléfono daba apagado.
Intentó contactarme a través del vínculo, pero nada.
-No puede ser… —murmuró, con un mal presentimiento instalándosele en lo más profundo.
Iba a volver a llamar por tercera vez cuando escuchó a dos sanadoras cruzar el pasillo apuradas.
-¡Fue increíble! La Alfa Ana vino en persona con la poción. Nunca vi a una Alfa moverse así por el cachorro de otra manada.
-Pobre Alejandro, su temperatura estaba por las nubes. Sus huesos estaban empezando a cambiar…