de Teo.
Después de cinco años, finalmente volvió, pero con su exnovia y el hijo de ella.
La villa vacía era solitaria y silenciosa. Intenté comunicarme con Teo a través del vínculo de pareja, pero me di cuenta de que me había bloqueado.
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Capitulo 2
Y de repente, entró en nuestra madriguera.
Conteniendo mi rabia, le hablé con cuidado:
–Mañana por la mañana, Alejandro necesita ir a la sala de tratamiento para cambiarle las vendas. ¿Podrías llevarlo tú?
Teo apenas me miró.
-No puedo. Mañana por la mañana tengo que llevar a Marcos a su examen físico.
Y añadió con frialdad:
-Si vas a llevar a Alejandro, que sea por la tarde. A Marcos no le gusta cuando lo oye llamarme papá.
La furia que había estado conteniendo por años finalmente estalló.
-¿Cómo te atreves? ¡Hoy dejaste tirado a nuestro hijo en un edificio en llamas! ¡Pudo haber muerto!
Los ojos de Teo brillaron con ira.
-La pareja de Sara murió en combate. Ella no podía entrar sola a salvar a Marcos. ¿Qué se suponía que debía hacer?
-¡Salvar primero a tu propio hijo! -mi voz se quebró.
-Te hice mi pareja hace cinco años, y eso hirió profundamente a Sara–gruñó Teo-. No tienes derecho a impedirme protegerla a ella y a Marcos ahora.
Sus palabras me apuñalaron, y cada herida era más profunda que la anterior.
El vínculo de pareja entre nosotros se sentía como hielo corriendo por mis venas.
Cinco años atrás, tuve que llevar sola el embarazo de Alejandro mientras él se dedicaba a jugar a la familia feliz con otra mujer en Europa.
Fueron cinco años criando a un hijo que no conocía a su padre, esperando que algún día apareciera.
Solo para descubrir que Teo había pasado esos años actuando como padre de otro cachorro.
Ahora Alejandro yacía en la cama, cubierto de quemaduras, sollozando todavía en sueños por un padre que eligió a otro cachorro antes que a él.
Sobre mi escritorio, descansaba el formulario casi completo para solicitar la disolución de mi vínculo con Teo ante el Consejo Alfa.
Si se tratara solo de mí, ya lo habría enviado. Mi lobo aúlla de dolor cada vez que Teo nos rechaza.
Pero cada vez que estoy por finalizarla, pienso en cuánto necesita Alejandro el amor de su padre.
Cada vez que veo el anhelo en los ojos de mi hijo al ver a otros cachorros con sus padres, siento que debo intentarlo una vez más.