Marcos levantó la barbilla con orgullo.
-¡Exacto! Es un bastardo débil, nacido de una Omega. ¡Y todavía se atreve a querer robarme a mi papá!
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Capítulo 3
Apreté los puños, mirando fríamente a Teo.
Ya había soportado demasiado. Su ausencia constante, su indiferencia cuando Alejandro dejó caer el pastel, su desprecio por nuestra familia.
Pero esto… esto no lo iba a permitir.
-Teo–mi voz fue un susurro gélido. ¿De verdad vas a permitir que hablen así de tu hijo?
Él apenas me miró, con los labios torcidos en una mueca de desdén.
-Si Alejandro es débil, no es culpa mía. Lo habrá sacado de ti, que eres una Omega.
Sentí cómo el vínculo que aún nos unía se congelaba dentro de mí, quebrándose poco a poco.
Teo se dio la vuelta sin más, y rodeó con el brazo los hombros de Sara.
-Vamos, Marcos. Vamos a buscar el premio que te prometi Los resultados de tus pruebas físicas fueron impresionantes.
-¿Puedo llevarme el cuchillo de entrenamiento plateado, papá? ¿El que me enseñaste ayer?
-Claro, campeón. Lo que tú quieras. Eres mi pequeño Beta fuerte.
Los observé alejarse sin mirar atrás, mientras Alejandro sollozaba en mis brazos, con el rostro húmedo de lágrimas.
Y entonces, algo dentro de mí se rompió por completo.
Mientras los veía alejarse, dejándonos atrás como si no valieramos nada, por fin dije las palabras que llevaba tiempo conteniéndome:
-Quiero disolver el vínculo.