Teo se detuvo a medio paso y se giró lentamente. Su mirada era helada.
De verdad crees que eres muy lista, ¿no?-me dijo con una sonrisa de desprecio.
-Si piensas que vas a asustarme con la disolución de nuestro vinculo, pues adelante. Haz lo que quieras.
Y sin mirar atrás, se fue.
Los ojos de Sara brillaron brevemente con algo parecido al triunfo, pero lo disimuló enseguida y volvió para disculparse.
-Ay, lo siento tanto por todo esto. Sabes, como Omega sin espíritu de lobo, es comprensible que no percibas bien la posición de Teo o las dinámicas reales de la manada. Pero te lo aseguro, no hay nada entre nosotros.
Esbozó una sonrisa empática.
-Él solo es muy leal a los lazos antiguos. Le pesa que yo perdiera a mi pareja y que Marcos creciera sin padre. Eso es todo, compasión, nada más. No deberías tomártelo tan a pecho…
Antes de irse, insistió en intercambiar números.
Por si necesitas algo por cualquier malestar que hayamos causado.
-¡Sara, vamos! –le gritó Teo desde la entrada, en un tono suave, mientras sostenía a Marcos en brazos.
-¡Ya voy!
—
-me respondió ella, con el rostro iluminado mientras corría hacia ellos.
Apenas se habían alejado unos pasos cuando sus voces volvieron flotando hasta mí.
-Teo, no deberías haber aceptado tan rápido cuando mencionó disolver el vínculo. Solo lo dijo por rabia…
La carcajada de Teo me cortó el aliento.
-¿Después de todo lo que hizo para atraparme en ese vínculo crees que va a soltarlo así nada más? Dale unos días, estará rogándome para que regrese.
No pude evitar soltar una risa amarga.
Oh, Teo, la gente cambia.
La Omega desesperada que lo habría dado todo por tu amor ya no existe.
Ahora, por mi hijo, elijo irme de una vez por todas.